A la parálisis del sueño,
sólo le da vida el despertar del cerebro y la posición erguida en cama, como de
muerto.
Un Malévolo ente se
sienta tu pecho. Te ahoga si prisa mientras tus brazos inertes luchan sin algún
efecto.
Son ojos los inquietos,
los que con terror observan cómo se queda estéril el resto del cuerpo.
Se necesita viento para
el cerebro y un profundo respiro para devolverle el aliento al agonizante
cuerpo.
Despierta el cuerpo, respira el cerebro y se gira transversalmente el cuerpo para continuar durmiendo.
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